Lavoir de Villerville
El lavadero de Villerville data de finales del siglo XIX, cuando el pueblo se desarrolló gracias a la llegada de turistas y al desarrollo del ferrocarril.
Hasta las décadas de 1830 y 1840, Villerville era un pequeño pueblo con casas de entramado de madera, bordeado por un arroyo llamado el Douet. Entonces no había agua corriente. Hasta 1892, cuando la condesa de Landal cedió un terreno para construir el mercado y un lavadero, no aparecieron las primeras medidas de higiene. El lavadero tiene una arquitectura modesta típica del siglo XIX, con una estructura de tejado de pizarra que descansa sobre grandes patas de hierro fundido. El tejado rodea el lavadero y está abierto en el centro, lo que permite recoger el agua de lluvia.