Conocido por sus paisajes bucólicos y su ambiente auténtico, Vauville es el pueblo ideal para subirse a una bicicleta y contemplar los paisajes. Partiendo del Ayuntamiento de Vauville, se anuncia todo un circuito basado en pequeñas carreteras, casas solariegas, casas con entramado de madera y yeguadas. Entonces, ¿por qué no aventurarse a los pueblos de los alrededores? Bordeando Vauville, los pueblos de Saint-Pierre-Azif y Tourgéville atraen a quienes desean descubrir el interior, sus iglesias centenarias y su arquitectura típica normanda a través de los senderos sombreados.

Disfrutar de un picnic en el corazón de la campiña es imprescindible durante una estancia en Normandía. En el pueblo de Vauville, la gran extensión de césped cerca del Ayuntamiento, la iglesia de Saint-Martin y el Manoir de la Haulle es el lugar perfecto para una escapada al campo después de un largo paseo en bicicleta. Sobre el mantel a cuadros se extienden los tesoros del terruño normando, a base de los cuatro quesos (Camembert, Pont-l'Évêque, Livarot y Neufchâtel), zumo de manzana y sidra de granja, pan rústico y una tarta de manzana, para rematar con un toque dulce.

En la zona de Vauville, la iglesia de Saint-Martin se encuentra frente al imponente portal del Manoir de la Haulle. Tiene todo el encanto de las iglesias rurales del Pays d'Auge : un edificio apartado, un pequeño pueblo, todo ello disperso en un bocage verde. Su existencia se remonta al siglo XII, como lo demuestran algunos restos de una construcción de espina de pescado. Paredes, techo, explanada, muebles, vidrieras... Muy apreciada por los lugareños, la iglesia de Saint-Martin ha sido objeto de numerosas renovaciones en los últimos veinte años, todas ellas realizadas por artesanos locales. Abierto solo para exposiciones, conciertos de ópera y otros eventos culturales, es una cuestión de honor dar la bienvenida al público en general en Navidad, cuando se instala un belén efímero e iluminaciones durante las fiestas.

Joya de la arquitectura normanda, a tiro de piedra de Deauville, el Manoir de la Haulle se esconde tímidamente tras sus grandes setos y su porche más sorprendente. Marcada por el paso del tiempo, está adornada con bonitos ladrillos y piedras rojas, todas ellas datadas del siglo XVI, bajo el Antiguo Régimen. De propiedad privada, destacamos el hermoso entramado de madera que viste los dos edificios adyacentes.

En los tranquilos paisajes de Normandía, donde los ríos serpentean a través de valles y pueblos pintorescos, los lavaderos siempre han ocupado un lugar singular en la historia y la vida cotidiana de los habitantes. Vauville no es una excepción a la regla; su lavadero bordea el arroyo "La Fontaine Teauvillaise" y se utilizó hasta 1960, cuando el agua potable ocupó su lugar en las casas. Cuando lo ves, puedes imaginar su actividad en el pasado, impregnada de tradición, que fue el corazón palpitante de la vida social y comunitaria durante siglos.